
Acceso a financiamiento externo: ¿debilitada alternativa para las economías emergentes?
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 encontró a los países del mundo, exceptuando las economías de ... Leer Más >>
La crisis provocada por la pandemia representó para algunos países del mundo una oportunidad de reformular sus políticas públicas y anclar otras, como parte de sus fortalezas ante situaciones adversas.
El importante esfuerzo fiscal realizado durante el año 2020 reveló la capacidad de gestión de los gobiernos en el uso acertado y transparente de los paquetes de estímulos.
La inyección de recursos a escala global para hacer frente a gran parte de las necesidades generadas por la crisis sanitaria se tradujo en valores de entre US$ 7,2 billones y US$ 12 billones. Investigadores de la Universidad de Columbia, Estados Unidos refieren que en los países considerados ricos o aquellos con más de US$ 10.000 per cápita, el gasto fiscal adicional fue de 6,7% del PIB.
Sin embargo, el estímulo fiscal en los países de América Latina y el Caribe fue menor. De acuerdo con estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el gasto público ha sido, en promedio, de 4,3% del Producto Interno Bruto. Brasil (8,5% del PIB), Chile (5,7%) y Perú (5%) figuran como los países que han realizado la mayor inyección para mitigar los efectos de la pandemia durante el 2020.
Para el Banco Mundial (BM) la pandemia de COVID-19 ha provocado que los gobiernos usen sus gastos de emergencia a gran escala y velocidad con la intención de reactivar la economía y proteger a la población más vulnerable y pobre que sufre de manera desproporcionada.
En el mismo sentido, el organismo remarca la importancia del buen uso de los recursos disponibles hacia una recuperación más resiliente e inclusiva. De hecho, advierte que la falta de una supervisión adecuada expone a los Gobiernos a una serie de riesgos de corrupción que pueden poner en peligro la eficacia de sus respuestas.
Muchos de los países han obviado procesos para responder a las urgencias generadas por la pandemia y que se han convertido en un canal abierto para el incumplimiento de las normativas.
En ese contexto, el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) 2020 de Transparencia Internacional (TI) reveló que dos tercios de los 180 países quedaron por debajo de los niveles aceptados. La Organización No Gubernamental (ONG) alemana concluyó que la pandemia ha agudizado la corrupción en el mundo y su incremento entorpece la respuesta ante el avance del Covid-19.